domingo, 31 de maio de 2009
CONFERENCIA, EN MADRID, DEL PRIMER MINISTRO SAHARAUI
Intervención del Primer Ministro de la República Árabe Saharaui Democrática, Abdelkader Taleb Omar, en las III Jornadas de las Universidades Públicas Madrileñas sobre el Sáhara Occidental, celebradas en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, los días 26 al 29 de mayo de 2009.
EL CONFLICTO DEL SÁHARA OCCIDENTAL:
EVOLUCIÓN Y PERSPECTIVAS DE SOLUCIÓN
Por AbdelKader Taleb Omar
En primer lugar quiero expresar mi gratitud a los organizadores de las Terceras Jornadas de las Universidades Públicas Madrileñas por la invitación que me han cursado y la oportunidad de estar presente en este magno evento. Asimismo mi satisfacción por la presencia en este seminario de tan distinguidos expertos, catedráticos e investigadores cuya participación como ponentes es y ha sido esencial no solo para dar a conocer aspectos relevantes de la cuestión del Sáhara Occidental, sino también para poner de manifiesto la importancia de los vínculos estrechos que unen al Pueblo Saharaui con los demás pueblos hispanohablantes por medio del idioma, ese incomparable puente de unión y de aproximación entre las naciones.
Este encuentro se realiza en un momento crucial en la historia del conflicto saharaui-marroquí. Considero que vivimos unos momentos especialmente decisivos que requieren de todos unir energías y voces a favor del relanzamiento de los esfuerzos de paz y sobre todo evitar la vuelta a los enfrentamientos armados y las tensiones en la zona. No es una exageración decir aquí públicamente que la situación es extremadamente grave y que en sí encierra riesgos potenciales para la estabilidad y la paz en el noroeste africano. Tampoco es una exageración advertir que los principales perjudicados, en ese hipotético escenario, serían no sólo los saharauis. Sin duda tendrá también repercusiones en toda la región mediterránea. Pues, el incremento de la tensión y la inestabilidad en la región traerá como consecuencia inevitable el aumento de desplazamientos y migraciones ilegales, extremismos y otros fenómenos indeseables.
Creemos que un arreglo rápido y justo de la cuestión del Sáhara Occidental, basado en el respeto del derecho internacional, es la única vía que puede conjurar estos peligros y crear las condiciones donde los esfuerzos, energías y potencialidades de nuestros pueblos, en lugar de lidiar con tensiones y crisis, se pueden concentrar en el logro de mayores niveles de bienestar, desarrollo democrático, social y económico, y en construir una convivencia pacifica entre los pueblos de la región.
Creo oportuno recordar, aunque sea tan solo a modo de síntesis, etapas importantes por las que ha atravesado el conflicto saharaui-marroquí. No ignoro que esa evolución es bien conocida por académicos e investigadores interesados, pero considero que recordarla es clave para todo enfoque o análisis objetivo del momento presente.
El Frente POLlSARIO, como sabéis, en tanto que movimiento de liberación nacional, se constituyó el 10 de mayo de 1973 para reivindicar la creación y la independencia del Estado saharaui soberano. Tenía y sigue teniendo claro que este Estado debía mantener unas relaciones de cooperación estrechas, basadas en el respeto reciproco, con todo su entorno regional, con los países vecinos y también con la antigua metrópoli o potencia colonial española. Tras dos años de lucha y en el momento que España se preparaba para retirarse, cuando ésta además atravesaba una compleja transición interna, las circunstancias fueron aprovechadas por Marruecos y Mauritania para emprender una invasión con el fin de apropiarse y repartirse nuestra tierra. El pueblo saharaui no tuvo más alternativa que recurrir a la lucha armada en un choque a todas luces asimétrico.
La heroica resistencia saharaui socavó los pilares del régimen mauritano de la época, a pesar de que contó en todo momento con la asistencia militar directa e indirecta de Francia (aún tenemos muy vivo el triste recuerdo de la intervención de los Jaguar, aviones de guerra franceses) en los combates. Mauritania finalmente se retiró del conflicto, suscribiendo un acuerdo de paz con los saharauis en 1979 y reconociendo posteriormente a la República Saharaui. Desde entonces la guerra se libró sólo con Marruecos.
Las preocupaciones de la guerra no impidieron sin embargo a los saharauis ocuparse de otras tareas importantes como la preparación de una sociedad en toda regla y la creación de instituciones políticas capaces de responder a las exigencias del desarrollo social y económico de nuestro pueblo. Paralelamente realizamos un gran despliegue diplomático con el fin de recabar apoyo para nuestra causa y obtener el reconocimiento internacional de la Republica Saharaui, proclamada por el Frente POLlSARIO al día siguiente de la retirada española, el 27 de febrero de 1976.
La capacidad operativa del ejército saharaui y la envergadura y alcance de sus acciones militares, tanto en el Sáhara Occidental como en el propio sur de Marruecos, superaron todos los cálculos y previsiones del régimen marroquí. Esta situación en 1981 llevó al entonces monarca marroquí, Hassan II, a reconocer la necesidad de buscar una salida pacifica a través de la organización de un referéndum de autodeterminación para los saharauis, lográndose en 1988 un primer acuerdo sobre un plan de paz global que mas tarde daría lugar a la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO) y a la proclamación de un cese el fuego en 1991.
Todos creímos que con el cese de la guerra se había inaugurado una etapa nueva y prometedora. La ONU habría asumido el compromiso de no escatimar esfuerzos para alcanzar la paz a través de un referéndum de autodeterminación que, de acuerdo al plan suscrito, debía celebrarse en un periodo no superior a un año. Se pactó incluso un cronograma que culminaba con la celebración de la consulta y que, entre otros detalles, comprendía: el acantonamiento de las fuerzas militares de las dos partes en puntos concretos bajo supervisión de la ONU; el intercambio de prisioneros de guerra; identificación del cuerpo electoral, retorno de los refugiados saharauis; inicio de la campaña electoral, votación, escrutinio y finalmente proclamación de los resultados.
La realidad, en cambio, ha sido muy distinta. Desde el primer momento, Marruecos se marcó como objetivo entorpecer el proceso de paz y la ONU, en una actitud de impotencia jamás conocida, se limitó a posponer una y otra vez la celebración del proyectado referéndum.
Amigas y amigos,
Ya son 18 años, 18 largos años de espera que venimos arrastrando como una losa. Una espera que se ha hecho cada vez más pesada y menos soportable.
Entre los grandes obstáculos erigidos por Marruecos en el camino del referéndum quiero referirme a uno especialmente significativo. Cuando la ONU empezó las tareas de identificación de los electores, oleadas de civiles marroquíes, alentados y organizados por el régimen marroquí, invadieron el territorio saharaui. Miles de ellos fueron presentados ante la Comisión de Identificación de la ONU alegando un supuesto origen saharaui irreal y reivindicando el derecho a votar. En el año 2000, tras largos y arduos trabajos, la Comisión de Identificación logró cerrar la lista definitiva de electores, dejando fuera de ella a la inmensa mayoría de los falsos votantes. Ese hecho demostró a Marruecos que el cuerpo electoral, como era lógico, estaba compuesto esencialmente por gente originaria del territorio y que, por consiguiente, estaba condenado a perder la batalla del referéndum si éste llegaba a celebrarse. A partir de entonces comenzó otra etapa en la obstrucción al proceso de paz, esta vez coincidiendo con el fallecimiento del rey Hassan II y la entronización del príncipe heredero. Poco tiempo después de asumir el poder, el nuevo monarca renunció a todos los compromisos anteriores del Estado marroquí, incluyendo el relativo al referéndum, y se dedicó a forzar otro tipo de enfoques bajo el nombre de “tercera vía” o solución a la medida marroquí.
La frustración generada por la falta de perspectivas de un arreglo pacífico y la parálisis del proceso de paz, hicieron que la resistencia pacifica en las zonas ocupadas experimentara un salto cualitativo. Una vez puestos en libertad por parte saharaui los prisioneros de guerra marroquíes, las autoridades marroquíes, por presiones internacionales, se vieron obligadas a liberar a numerosos presos políticos y activistas de derechos humanos saharauis, si bien, al propio tiempo, crecía el deterioro de la situación de los derechos humanos en las zonas ocupadas. La nueva situación propició el desencadenamiento de la sublevación pacifica o “intifada”, como expresión del rechazo unánime de los saharauis en las zonas ocupadas a la invasión extranjera y de su apego a la libertad y a la independencia nacional. Con ello se ha puesto de manifiesto una nueva realidad corroborada repetidamente por las grandes agencias e instancias defensoras de los derechos humanos en informes en los que, incesantemente, se denuncian las violaciones de derechos humanos y las prácticas inhumanas por parte de las autoridades marroquíes.
La “intifada” ha constituido pues, la respuesta idónea y la acción que hizo fracasar todas las iniciativas colonialistas, especialmente el invento llamado “propuesta autonómica” y uno de sus principales instrumentos o “CORCAS”, cuya finalidad no era más que la de simular una representatividad de los saharauis fuera del Frente POLlSARIO. La intifada en las zonas ocupadas ha pulverizado toda esta política colonial a la que Marruecos respondió con una represión sin precedente. El testimonio de numerosas organizaciones humanitarias constituye la mejor prueba.
Amigas y amigos,
El movimiento solidario ha estado presente en cada una de las etapas evolutivas de la lucha del Pueblo Saharaui. Con su acción desinteresada no ha dejado de sostener a la causa saharaui y contribuir a su difusión en todos los espacios. Infinidad de seminarios, foros y manifestaciones de toda índole se han desarrollado tanto en el extranjero como en los Campamentos de Refugiados y en las zonas liberadas. De estos destacan por su impacto internacional el seminario conjunto de las universidades públicas españolas y las instituciones saharauis, el festival de Cine del Sáhara, Sáhara Maratón y otras iniciativas no menos importantes para el impulso de proyectos de desarrollo, reconstrucción y repoblación de las zonas liberadas, zonas donde una enorme población civil saharaui hace vida normal, aunque el régimen marroquí trate de ignorar esta realidad, calificando esos amplios espacios de nuestra geografía de “zona tampón” o área desmilitarizada.
Señoras y señores, amigas y amigos,
Pese a la reanudación del dialogo entre las dos partes y la celebración ya de cuatro rondas de conversaciones en Manhaset (Estados Unidos) en el 2007 y 2008, la situación sigue estancada a causa de la intransigente actitud de Marruecos, su oposición a la idea del referéndum y su permanente recurso a técnicas y a tácticas dilatorias. La gravedad de la posición marroquí no sólo consiste en haber rechazado el referéndum de autodeterminación, sino en su pretensión de desvirtuar el propio principio del Derecho Internacional de la libre determinación, deformándolo unilateralmente para forzar la legitimación de un hecho consumado colonial. Este es el propósito de su famosa teoría de lo que considera realismo político. Con ella quiere sencillamente pervertir la legalidad internacional que constituye la referencia exclusiva de toda solución justa.
Aquí nos preguntamos ¿qué valor pueden tener el sistema de Naciones Unidas y las demás instancias internacionales a las que les corresponde el deber de velar por la legalidad internacional? ¿Cómo se puede explicar que en vez de hacer prevalecer la razón y la justicia se limiten a una actitud de impotencia frente a la sinrazón de la fuerza? Lo peor es que tan absurdos planteamientos sean secundados por potencias como Francia: que hoy en día no cesan de alentar al régimen marroquí en su actitud intransigente y su desprecio por la legalidad internacional.
Cuando todo el mundo decía que el Plan Baker era la solución óptima, Francia se opuso y lo entorpeció. Incluso recientemente, cuando el Consejo de Seguridad de la ONU deliberaba para aprobar su última resolución 1871 sobre la necesidad de preocuparse por la dimensión humana del conflicto del Sáhara Occidental, se habría logrado, con certeza, la inclusión de mecanismos de supervisión de derechos humanos en las zonas ocupadas, de no haberse producido la radical intervención francesa en contra. A Francia se le atribuye también el mérito de haber logrado para Marruecos el estatuto de socio privilegiado de la Unión Europea, en el mismo momento en que dicha monarquía torpedeaba las resoluciones de Naciones Unidas y violaba flagrantemente los derechos humanos; y finalmente a España, el país que por excelencia tiene responsabilidades morales e históricas en el conflicto y en los interminables sufrimientos del Pueblo Saharaui, que tampoco ha tenido una actitud firme y clara para la defensa del Derecho, tal y como no cesa de reclamarle a diario la ciudadanía española. No olvidemos que para la ONU, como lo ha sentenciado su asesor jurídico, Hans Corell, España sigue siendo legalmente la potencia administradora del territorio mientras que Marruecos no es más que la fuerza ocupante.
La credibilidad de las Naciones Unidas, hoy en día, está seriamente dañada, como no podría ser de otra manera. Son 18 años de impotencia para aplicar sus propias resoluciones y, por si fuera poco, su misión en el Sáhara Occidental es la única en el mundo que no se preocupa por la situación de los derechos humanos.
Amigas y amigos,
Quisiera aprovechar la ocasión que me brinda este encuentro de carácter académico para referirme a ciertas alegaciones que recurrentemente se evocan en ciertos medios políticos y mediáticos en relación con el problema del Sáhara Occidental.
Por ejemplo, se dice que la ocupación del Sáhara Occidental es clave para garantizar la seguridad y estabilidad interna de Marruecos. Esta es una aseveración errónea y disparatada, en primer lugar porque la estabilidad de Marruecos hoy en día es muy relativa. De acuerdo con los parámetros de desarrollo humano Marruecos ocupa el puesto 123, uno de los más bajos a escala mundial. Numerosos estudios estratégicos coinciden en que los recursos financieros derrochados por el régimen marroquí para conservar la ocupación del Sáhara Occidental son más que suficientes para resolver todos los problemas económicos y sociales de ese país y que se habrían preservado mejor su estabilidad y seguridad si se hubiesen invertido en planes de desarrollo. Desde el comienzo de la guerra Marruecos ha gastado no menos de 120 mil millones de dólares en equipos militares y otros costes de la ocupación.
En este periodo, además, han emergido y crecido movimientos y organizaciones extremistas, dirigidos y integrados por marroquíes, que protagonizaron acciones terroristas tanto en el interior como en Europa o Irak. Aumentó alarmantemente el paro, especialmente entre los jóvenes marroquíes de donde proceden muchos de los que abordan las pateras de la muerte o que terminan engrosando la emigración ilegal.
La agresión marroquí al Sáhara Occidental ha significado más tensiones y conflictos en la región, bloqueando hasta ahora el proyecto de unión del magreb árabe y todos sus planes de desarrollo y de cohesión política y económica.
Por tanto, alentar a Marruecos en su ocupación del Sáhara Occidental no es la manera más inteligente de contribuir a su estabilidad y desde luego no ayuda a resolver los problemas de la emigración ilegal o a alejar el espectro del terrorismo. Por lo demás, se trata de un planteamiento inmoral e injusto: pretender sacrificar los derechos nacionales de los saharauis para arreglar los problemas internos del régimen marroquí es una posición tan condenable como inaceptable.
Sólo una solución justa, que respete la legalidad internacional permitirá que se den las condiciones para fortalecer la seguridad y la estabilidad permanentes. Es lo que además promoverá la democracia y los derechos humanos en la región, máxime si se tiene en cuenta que la parte saharaui ha ofrecido repetidamente todas las garantías económicas, políticas y de seguridad, en caso de que el proyectado referéndum arroje un resultado favorable a un estado saharaui independiente.
También hay quienes alegan que los saharauis no poseen los factores de viabilidad para un Estado y que, de establecerse, será un bastión para el terrorismo, el extremismo y la violencia. Nada más lejos de la realidad; los saharauis cuentan con todos los elementos de viabilidad como Estado. Incluso si esa viabilidad se mide por el factor demográfico, los saharauis son mucho más numerosos que muchos estados hoy miembros de las Naciones Unidas.
Por otro lado los recursos económicos del país: fosfatos, hierro y otros minerales más los amplios recursos pesqueros existentes son fundamentos económicos más que suficientes para garantizar la independencia y la soberanía del Sáhara Occidental.
En cuanto a la sociedad saharaui, es bien sabido y fácilmente constatable, que es una de las más tolerantes, con mayor sentido del civismo y más respetuosa con las libertades individuales y colectivas. Es un ejemplo de igualdad en derechos entre el hombre y la mujer y donde ésta goza de una posición respetable.
En el contexto del proceso dirigido por el Frente POLlSARIO los saharauis han acumulado una experiencia democrática notable, dotándose de instituciones e instancias tanto del poder ejecutivo como del legislativo y judicial que han consolidado el sistema democrático.
Por otro lado es conocido por todos que los saharauis nunca se han involucrado en acciones terroristas en ninguna parte del mundo, pese a los intentos de Marruecos por implicar a saharauis en este tipo de conductas. Los grupos extremistas y violentos sólo crecen en ambientes de injusticia y de opresión, donde brillan por su ausencia las libertades y la democracia real, tal y como sucede en Marruecos. No en sociedades como la saharaui donde impera la justicia social y la tolerancia y se respetan las libertades individuales.
Amigas y amigos,
La solución del conflicto del Sáhara Occidental debe basarse en principios sólidos de legalidad, que tengan en cuenta la esencia, la naturaleza del problema en sí, y la cuestión planteada aquí es un problema de soberanía, de descolonización, desde todos los puntos de vista. Dado que la cuestión de la soberanía, la potestad de decidir sólo le corresponde al pueblo, pues éste es el que posee la capacidad para tomar la decisión final, si bien ello no implica dejar al margen consideraciones políticas e intereses de todas las partes.
La propuesta marroquí llamada “autonomía” es inadmisible porque pretende vaciar de contenido el principio de autodeterminación y escamotear el elemento esencial de soberanía; por consiguiente no es, ni de lejos, una solución intermedia o de compromiso, porque la parte marroquí se asegura de antemano una carta triunfante en este juego que propone, mientras que a los saharauis los condena a ser la parte perdedora. No es ni puede ser la base para una solución democrática.
El Consejo de Seguridad afirmó en su momento que el Plan Baker era la mejor solución, pero, como se dijo anteriormente, Francia obstruyó su aplicación. Al aceptar dicho plan el Frente POLlSARIO tuvo que hacer concesiones importantes y dolorosas para dar una oportunidad a la paz. Ya no quedaba más por conceder, aparte de los cinco años de espera en el llamado periodo transitorio bajo la supervisión marroquí. El Frente POLlSARIO ofreció garantías significativas a la parte marroquí en caso de triunfar la opción saharaui en el referéndum y entre éstas destaca por su relevancia la concesión de nacionalidad a los colonos marroquíes.
La solución democrática, la que se ajusta a la legalidad internacional y respeta la voluntad de los saharauis, es la única vía aceptable y el único camino para crear un clima de confianza, de cooperación y de paz duradera.
Hoy urge encontrar un mecanismo para la protección de los derechos humanos de los civiles saharauis en las zonas ocupadas. Creemos que la continua violación de los derechos humanos, en circunstancias donde no hay progresos hacia la solución justa y pacífica, deja abiertas las puertas para la confrontación, aumenta la incertidumbre, puede llevar a un fracaso de los esfuerzos desplegados y, por consiguiente, podría generar una nueva situación de tensiones y violencia en la región.
Nosotros desde aquí queremos reclamar un cambio de posición urgente por parte de Francia en relación a la situación de los derechos humanos en las zonas ocupadas. También pedimos al Gobierno de España que tenga una posición más resuelta asumiendo la responsabilidad histórica que le corresponde en este conflicto.
Señoras y señores,
El Frente POLlSARIO ofreció su pleno apoyo al nuevo representante personal del Secretario General de la ONU, Cristopher Ross, en sus esfuerzos por lograr una solución pacífica que garantice al Pueblo Saharaui el ejercicio de sus derechos. No obstante la posición marroquí no invita al optimismo. Si persiste en esta actitud y no se mueve de las posiciones conocidas, el fracaso será el resultado inevitable de esta nueva mediación.
Como sabéis, amigos y amigas, el XII Congreso del Frente POLlSARIO celebrado a finales del 2007 confió a la Dirección política actual la misión de reexaminar de manera global la situación y de modo especial el proceso de negociaciones con Marruecos. De no producirse avances sustanciales, esta Dirección, está llamada a tomar las medidas apropiadas incluidos los preparativos de cara a una posible opción bélica. En consecuencia el liderazgo saharaui se siente responsable y emplazado a dejar clara una posición ante los congresistas, asumiendo las decisiones pertinentes ante un congreso del cual apenas nos separa año y medio. Ello quiere decir que, o bien el proceso avanza con seriedad hacia la solución pacífica o se hace inevitable el giro hacia la vía militar. No deben perder de vista que al pueblo y, de modo muy especial, a la gente joven, se sienten frustrados, se le va agotando la paciencia, no deja de presionar para que se aclare la posición, que son más radicales que la Dirección y no ocultan su entusiasmo frente a la acción bélica en caso de fracasar las negociaciones y mediaciones pacíficas.
Por ello queremos llamar la atención a la Comunidad Internacional para que asuma plenamente su responsabilidad, ejerciendo presiones sobre Marruecos a fin de cesar su actitud de burla y de obstrucción a la legalidad internacional. Son 18 años de espera y la solución pacífica no termina por llegar, ya es más que suficiente; Marruecos tuvo oportunidades que no supo aprovechar. El periodo transitorio en el Plan Baker conlleva garantías suficientes. Marruecos puede apostar por cualquier cosa menos hacer capitular a los saharauis o pretender forzarles a renunciar a sus derechos y aceptar el hecho consumado. 33 años de combate por parte de los saharauis, su tenaz resistencia y su continuo rechazo a la ocupación, son hechos contundentes de los que Marruecos debería de sacar conclusiones apropiadas.
Subscrever:
Enviar feedback (Atom)
Sem comentários:
Enviar um comentário