domingo, 28 de junho de 2009
Intervencion del Frente Polisario ante el Comité Especial de la ONU
"El pueblo saharaui no ha ejercido todavía su derecho a la
autodeterminación y es por ello que la responsabilidad del Comité
sigue siendo plena"
Rebelión
El Sahara Occidental sigue estando bajo la ocupación ilegal de
Marruecos. Los esfuerzos emprendidos hasta ahora por la ONU con vistas
a la culminación del proceso descolonizador del Territorio no han
logrado el éxito deseado debido al rechazo actual de Marruecos al
derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación e independencia.
En 1990, cuando Marruecos aceptó el Plan de Arreglo aprobado por el
Consejo de seguridad se había comprometido a cooperar con la ONU con
vistas a la celebración de un referéndum de autodeterminación que
permita al pueblo saharaui elegir entre la independencia y la
integración en la potencia ocupante. La tarea le fue encomendada a la
MINURSO que se instaló en el territorio el 6 de septiembre de 1991
tras la entrada en vigor el alto el fuego acordado por las dos partes.
Aquella aceptación de Marruecos dio lugar a una esperanza real para la
solución justa y duradera del conflicto, sobre todo tras la retirada
de Mauritania del conflicto en virtud del acuerdo de paz
mauritano-saharaui de 1979. Marruecos confirmó dicha aceptación en
1997 al enviado personal del Secretario General, James Baker, cuando
las dos partes firmamos los acuerdos de Houston, que el Consejo de
seguridad había también aprobado.
No obstante, cuando todo estaba listo para una aplicación efectiva de
dichos acuerdos, Marruecos rompió con el compromiso contraído,
formulando dicha ruptura en una carta enviada en abril 2004 al
Secretario general, donde le explicitaba que Marruecos no aceptaba
ninguna solución que incluyera la opción de la independencia del
Territorio.
A partir de ese año, viene intentando imponer a la comunidad
intencional, a través de amigos influyentes dentro del Consejo de
Seguridad, la llamada propuesta de autonomía, cuyo punto de partida
consiste en considerar de antemano que el Sahara occidental forma
parte integrante del territorio marroquí. El Consejo de Seguridad es
consciente de que está ante una cuestión de descolonización en la
agenda de la Asamblea General que no puede ser resuelta al margen o en
contra de la doctrina establecida por las Naciones Unidas, que
consideran que el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación e
independencia es y debe continuar siendo el parámetro esencial para la
solución del conflicto.
Resultaba evidente que ante la ruptura de Marruecos con el compromiso
adquirido, la ausencia o la prolongada obstrucción de un proceso
pacifico de solución traería consigo serios riesgos para la
continuidad del alto el fuego.
En junio de 2007, el Consejo de Seguridad nos pidió a las dos partes
que entablásemos negociaciones directas, sin precondiciones, para el
logro de esa solución en el marco de ese parámetro esencial. Las
negociaciones se iniciaron en junio de ese año en Manhasset,
celebrándose la cuarta ronda en abril del 2008. Es ya conocido, Sr.
Presidente, que no hubo progreso alguno. Las razones de ello estriban
en el hecho de que Marruecos vino con una precondición que era
simplemente inaceptable. En realidad no quería negociar sino más bien
imponer su llamada propuesta de autonomía como la única solución
posible. La presentaba como algo que hay que tomar o rechazar. No
quería discutir la propuesta presentada por la parte saharaui, de la
que había tomado nota el Consejo. En nuestra propuesta decimos que el
pueblo saharaui debe tener la posibilidad de ejercer su derecho
inalienable a la autodeterminación mediante referéndum que incluya
todas las opciones reconocidas por la ONU en el contexto de las
resoluciones 1514 y 1541 de la Asamblea General, lo que necesariamente
debe incluir la opción de la independencia. Esta opción no es sólo
algo irrenunciable sino que también fue una opción que Marruecos había
ya aceptado cuando firmó el Plan de Arreglo y los Acuerdos de Houston.
En nuestra propuesta decíamos también, que en caso de que la opción de
independencia resultara ser la que el pueblo saharaui eligiese en ese
referéndum, el F. Polisario estaría dispuesto a mirar mas allá del
hecho y ofrecer a Marruecos la posibilidad de negociar las bases para
una relación estratégica en los campos, económico, de seguridad,
comercial, social , etc.
El rechazo de Marruecos a aceptar esta visión, basada no sólo en los
criterios de las resoluciones de la ONU arriba mencionadas sino
también en la lógica y el sentido común, es lo que causó que no haya
habido progresos en esas negociaciones.
El Secretario General designó a un nuevo Enviado personal, el
embajador Christopher Ross en agosto de 2008. El Sr. Ross no asumió
oficialmente sus funciones hasta enero del 2009 debido al rechazo
inicial de Marruecos.
En febrero de este año, el Sr Ross hizo una primera gira que lo
condujo a la región, de la que dio cuenta en el informe presentado en
abril 2009 por el Secretario General al Consejo de Seguridad. La
misión del nuevo enviado personal es la de intentar reactivar las
negociaciones iniciadas en Manhasset y propuso como etapa preliminar
reuniones informales entre las dos partes. Hemos expresado nuestro
apoyo al Enviado personal pero no sabemos por qué estas reuniones no
han tenido lugar todavía.
II
Mientras tanto, Sr. Presidente, la situación sobre el terreno no
invita al optimismo. Marruecos mantiene unas fuerzas de ocupación
estimadas en 150 mil soldados. El territorio se encuentra dividido en
dos partes por un vergonzoso muro protegido por esas fuerzas y 5
millones de minas anti persona. Como potencia ocupante, Marruecos
intensifica día a día la explotación y comercialización con el mejor
postor de los recursos naturales del país, principalmente los fosfatos
y la pesca, al tiempo que intenta implicar a compañías extranjeras en
la prospección petrolera dentro y en las aguas territoriales de
nuestro país.
Esta actividad se hace en contravención flagrante de la legalidad
internacional aplicable a un territorio objeto de un proceso de
descolonización. El Comité Especial tiene algo y mucho que decir
respecto a esta actividad. La gravedad de esta contravención es más
que evidente cuando se tiene en cuenta que, según lo afirmó en su día
el dictamen del Secretario General de la ONU encargado de Asuntos
Jurídicos, Dr. Hans Corell, de 29 de enero 2002, Marruecos no es
considerado por la ONU potencia soberana ni potencia administradora
del Territorio. Estamos ante una explotación ilegal que se lleva a
cabo por lo que la resolución 3437 de la Asamblea General llamó país
“ocupante”.
La situación no invita tampoco al optimismo si analizamos la situación
de los derechos humanos en las zonas ocupadas por Marruecos. Tal y
como lo han confirmado los informes del Alto Comisario de la ONU para
Derechos Humanos de octubre de 2007, de Human Right Watch de diciembre
de 2008 y el informe de la Comisión Ad Hoc del Parlamento Europeo de
febrero 2009, Marruecos viola los derechos humanos en el Sahara
occidental. Todos estos informes, hechos por diferentes organismos no
relacionados el uno con el otro, coinciden sin embargo en su
evaluación al considerar que la violación de los derechos humanos por
Marruecos tiene su origen en el hecho de que no se ha respetado el
derecho a la autodeterminación. De otro lado, coinciden en la
necesidad de que la ONU, a través de la MINURSO, ejerza el papel
tradicional que todas las demás misiones de la ONU ejercen en relación
a la observación y protección de los derechos humanos mientras el
conflicto no llegue a una solución justa y duradera. El Secretario
General de la ONU, en todos sus informes presentados al Consejo desde
octubre del 2006, ha dejado constancia de su preocupación ante la
situación de los derechos humanos en el territorio.
Varias delegaciones de países miembros no permanentes del Consejo de
seguridad intentaron en el año 2008 y en el 2009, incluir en la
resolución del Consejo de Seguridad una ampliación del mandato de la
MINURSO para que englobe también la cuestión de los derechos humanos.
Marruecos, con el apoyo de Francia, impidieron que esta tentativa
noble fuera más allá de una mención a la “dimensión humana” del
conflicto, hecho que desgraciadamente no hace más que consolidar la
percepción de la existencia de una política de doble estándar que no
beneficia la credibilidad del Consejo.
III
Sr. Presidente,
Han pasado más de cuatro décadas desde que la asamblea general
adoptara en diciembre de 1960 la resolución 1514(XV) por la que las
Naciones Unidas asumían la noble responsabilidad de asegurar que todos
los pueblos y países bajo ocupación colonial ejerzan el derecho
inalienable a la autodeterminación e independencia. El hecho de que la
cuestión de la descolonización del Sahara Occidental siga inscrita en
la agenda de este Comité la convierte en el símbolo vivo del fracaso
de las Naciones Unidas en la asunción plena y efectiva de esa
responsabilidad colectiva.
El pueblo saharaui fue colonizado por España desde 1884 a 1976.
España, que había considerado el territorio como ‘una provincia
española’, aceptaría a finales de los 60 el derecho del pueblo
saharaui a la autodeterminación e independencia. Como ya tuve ocasión
de revelarlo en las sesiones del seminario celebrado en mayo pasado en
Saint Kits y Nevis, Marruecos había reconocido desde 1969, de forma
reiterada, explícita y solemne ante este Comité y ante la Asamblea
General el derecho del pueblo saharaui a la plena independencia.
La labor en este sentido desempeñada por el Comité, coronada por el
informe de su misión visitadora despachada al Territorio saharaui en
mayo de 1975, las múltiples resoluciones de la Asamblea General sobre
el Sahara Occidental así como el dictamen del Tribunal de la Haya de
octubre de 1975, que rechazaba de forma argumentada la validez de las
pretensiones territoriales marroquíes sobre nuestro país, formaba todo
ello un sólido cuerpo jurídico y político que debería haber
salvaguardado el proceso descolonizador y guiarlo hacia su culminación
natural mediante la accesión pacifica de nuestro país a su plena
independencia.
Los Miembros del Comité Especial recuerdan lo que más tarde sucedió.
España, la potencia administradora, abdicando en sus obligaciones
asumidas ante las Naciones Unidas, había llamado a Marruecos y
Mauritania para que los dos países invadieran, ocuparan y se
repartieran nuestro país. Esto se consumó en los acuerdos de Madrid de
14 de noviembre de 1975. Nuestro pueblo fue obligado así a continuar
su legítima lucha por la independencia nacional contra colonizadores
esta vez venidos desde dentro de África. El colonialismo europeo se
había retirado, pero lo habían reemplazado colonialismos africanos. No
hay precedentes en los anales de la descolonización de esta terrible
tragedia para África. Aun así, varios líderes africanos habían
advertido contra esta amenaza a la seguridad e independencia del
continente. De ahí la importancia que se otorgó al principio de la
intangibilidad de las fronteras heredadas de la colonización en la
Carta fundacional de la Organización de la Unidad Africana. El
Tribunal de la Haya había concluido, como dije antes, que antes de la
colonización española no hubo ningún lazo de soberanía territorial
entre el Sahara Occidental y sus dos nuevos colonizadores. Este
dictamen, más la inclusión del principio de intangibilidad de las
fronteras en la Carta de la OUA, hacían que el intento
mauritano-marroquí de anexionarse nuestra país fuese visto como un
hecho de muy graves consecuencias para África.
Fue el Presidente de Mozambique, Samora Matchel, quien dijo que el
“colonialismo no tiene color”. Ya, en 1960, con motivo de las
reivindicaciones territoriales formuladas por Marruecos contra
Mauritania, el Presidente Senghor de Senegal dijo, de manera acertada,
que algunas naciones africanas habían adquirido la enfermedad del
colonizador europeo. Más recientemente, el Presidente Mbeki de
Sudáfrica dijo que constituye una vergüenza para África el hecho de
que el pueblo saharaui no haya podido aún gozar de su derecho a la
independencia.
IV
Señor Presidente,
Quizás alguien pueda decir que todo esto es sabido y que no conviene
recordarlo para así poder mantener las conciencias dormidas. Es decir,
aceptar en ultima instancia la noción de que el derecho a la
autodeterminación de los pueblos en el marco de la descolonización
agita las conciencias de algunos que llegan a decir en privado, y a
veces no tan en privado, tras tal vez firmar o asegurarse la firma de
un contrato aquí y allá de la mano de Marruecos, que ese derecho
fundamental que hizo posible la configuración actual del mundo debería
ceder en el caso del Sahara Occidental a la noción de lo
“políticamente correcto” que propone Marruecos, es decir, la anexión
pura de nuestro país, camuflada en una propuesta de autonomía.
El pueblo saharaui, asistido por la firme convicción en la legitimidad
de su derecho a la libertad e independencia, y en la preeminencia de
los principios y valores de la Carta de la ONU sobre los cantos de
sirena de una cínica y peligrosa noción de realismo político, no
renunciará a la realización plena de ese derecho. Estamos también
convencidos de que la inmensa mayoría de los miembros de la ONU
comparten este juicio y comparten la visión de que en una cuestión de
descolonización tan clara como ésta, no puede haber excepción a la
regla general que fue establecida por la resolución 1514 y que dio
vida a este Comité.
Cierto es, Sr. Presidente, que el pueblo saharaui seguirá sufriendo,
seguirá viendo como su desarrollo y su progreso están por ahora
hipotecados por una ocupación anacrónica, injusta e injustificada. Es
nuestro sufrimiento, pero es también vuestro fracaso como Naciones
Unidas.
Este Comité puede y debe, a nuestro modesto juicio, reactivar su
compromiso con la descolonización de la última colonia africana
inscrita en su agenda. El Comité fue históricamente muy valiente
frente a la persistencia de la colonización española del Sahara
Occidental. No debe cejar en esa valentía, porque la descolonización
del Sahara Occidental no ha concluido todavía. España se fue. En su
lugar, vino Marruecos. La ONU no lo considera potencia soberana ni
tampoco potencia administradora, pero este país se considera capaz de
interferir, condicionar e incluso cambiar las posiciones de principio
y las reglas mínimas de procedimiento de este Comité, como ocurrió,
Sr. Presidente, en el reciente seminario. El pueblo saharaui no ha
ejercido todavía su derecho a la autodeterminación y es por ello que
la responsabilidad del Comité sigue siendo plena, como sigue siendo
plena nuestra confianza en él y en la Comunidad internacional.
Muchas gracias
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